viernes, 9 de abril de 2010

ACTIVIDAD 6 La cuenta del destino o Tonalamatl o Tonalpohualli (CUENTO)

ITZCUINTLI, EL PERRITO LEAL
Cuentan que en tiempos muy remotos, en las islas de la India y de la China, existió un rey; era el señor de los ejércitos, vivía en un reino aburrido, y a pesar de ello gobernaba con prudencia y amor. Un día se encontró con una bella mujer, llamada Scherezada, que le prometió quitarle el aburrimiento narrándole bellas historias.

Al llegar la noche, Scherezada inició el relato de una historia para el rey. ¡Has de saber, oh afortunado rey!, que en algún tiempo existieron dos grandes dioses llamados, Xipetotec que era el dios que representaba la fertilidad y los sacrificios; y el dios Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; juntos dieron paso a el universo a lo todo lo existente. El dios Xipetotec se quito su piel para poder alimentar a la humanidad y Quetzalcóatl hizo aparecer el aliento de los seres vivos. Una vez que terminaron de dar vida a todo Quetzalcóatl, comenzó a volar sobre el agua para después sumergirse poco a poco dentro de ella.




Así pasaron días y todos los seres que se encontraban en aquel lugar que habían creado los Dioses se encontraban en perfecta armonía, pues su mayor tesoro era la planta de maíz y carrizo (Acatl); ya que de eso se alimentaban. Todo era alegre, las cosechas eran grandes, fértiles y hermosas, hasta que un buen día, aquel hermoso lugar se volvió oscuro, gris, triste y las cosechas se habían secado. Los habitantes al ver todo lo que ocurría en aquel lugar, quisieron hacer algo y comenzaron por hacer un sacrificio humano, escogieron al más diestro de los hombres que tenían y lo comenzaron a despellejar vivo. Una vez hecho esto se lo ofrecieron al dios Xipetotec para que los ayudara.
Había escuchado el llamado, la desesperación de los habitantes; entonces emano del cielo y se presento ante ellos; con un aspecto de una persona alta y robusta de piel dorada, con un tocado y una copa en la mano derecha y un escudo en la otra mano. Les dijo -¡oh bella humanidad, agradezco por sus tributos y ofrendas;- yo no puedo ayudarles en nada, pues lo que les ha ocurrido es debido a no saber cuidar, ni querer a nada ni nadie! Una vez que les dijo esas palabras, se ilumino el cielo y desapareció, pero la luz con él también. Todo el pueblo se desespero más, ahora combatía y peleaban por la comida, todo se había vuelto un caos. Cómo pudo ser que tanta alegría y armonía habían desaparecido de aquel lugar, y se había convertido en enfrentamientos y tristezas.

Ehecatl, dios del viento, hizo una aparición ante el pueblo, llego en forma de una brisa tan agradable. -Qué les ha sucedido; por qué no regresan la armonía y dejan de pelear-. Nadie tomo en cuenta a Ehecatl, pero los ayudo volviéndoles el aliento a los seres vivos; como alguna vez lo hizo Quetzalcóatl, también hizo brisas que atraen a las nubes con lluvia para que regara los sembradíos de maíz y tuvieran que comer. El lugar volvió a hacer hermoso, ya había luz y cosechas de maíz, pero las personas no sabían amar. Ehecatl se enamoro de una humana llamada Mayahuel y con su amor le dieron a la humanidad la habilidad de amar. Ellos se amaban tanto y juntos ayudaban a los habitantes de ese lugar.


Un día Mayahuel, se encontraba tallando una piza de madera para su amado Dios, cuando Miclantecuhtli, dios de la muerte la rapto para hacerla su esposa. Ehecatl al ver que no estaba su amada y en su lugar solo estaba la figurilla de madera, el dios Ehecatl la observo y vio que era un animalito, le dio vida y lo llamo Itzcuintli, este quedo agradecido con el dios por darle vida y a cambio le ofreció lealtad y compañía. Juntos fueron a buscar a Mayauel al mundo de los muertos y enfrento al dios Mictlanticuhtli, condenándolo a quedarse por siempre en ese horrible lugar, frio y siniestro, rescataron a Mayahuel y regresaron a aquel bello lugar. Itzcuintli enseño a todos los hombres a querer y a ser leales no solo con los demás; sino también con ellos mismos.





En ese momento el día se acercaba y Scherezada calló discretamente, así termino la historia y el Rey quedo encantado y feliz pues el aburrimiento había desaparecido.